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Les Gimenologues
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Un médico rural. Isaac Puente
Pepitas de Calabaza&FAL, 2021

Cet ouvrage est le deuxième d’ une nouvelle collection : La Biblioteca de la Anarquía

Isaac Puente était un médecin et un éminent militant anarchiste, naturiste et membre de la CNT, surtout connu comme éditeur de "El comunismo libertario", la base théorique sur laquelle les anarchistes espagnols ont entrepris de créer le paradis sur terre.

Homme de grandes connaissances scientifiques, il a inlassablement diffusé les idées d’égalité entre les êtres humains. Et il a essayé de les mettre en pratique.
Infatigable collaborateur de la presse, son œuvre - très malatestienne dans son apparente simplicité - reste incompréhensiblement méconnue. Ce volume, "Un médico rural", tire son titre du pseudonyme sous lequel Puente a signé nombre de ses collaborations, et est structuré en deux blocs principaux : Salud (écrits liés aux soins du corps) et Anarquía (articles de nature plus politique).
Avec ce livre, Pepitas souhaite contribuer à la tâche de diffusion de la pensée et de l’œuvre de l’un des théoriciens libertaires les plus importants et les plus aimés de tous les temps.
Les éditeurs

En guise de prologue (PDF joint), les éditeurs ont choisi de placer un texte de Federica Montseny qui préfaçait un recueil de textes d’Isaac Puente publié en 1938, intitulé PROPAGANDA.
Pour notre part, nous rappelons que ce prologue célébrant le communisme libertaire fut rédigé par celle-là même qui, avec d’autres bureaucrates de la CNT-FAI, a particulièrement contribué à couper les ailes à l’expérimentation d’un projet révolutionnaire dont elle vante les mérites.
Nous renvoyons sur le personnage aux critiques qui lui sont adressées (en PDF joint) :"Le 12 février (2015) , je ne rendrai pas hommage à la "camarade Federica"
par Imbert Robert

Nous ajoutons pour notre part ces extraits d’articles signés de F. Montseny parus dans le Bulletin CNT en mars-avril 1945, quand les esprits s’échauffaient entre tendances en vue du congrès de la CNT de mai 1945.

Ils sont tirés de Ramón Alvárez, Historia negra de una crisis libertaria, ed Mexicanos unidos, 1982 ( pp. 101-104) :
" Nous ne pouvons plus parler aux masses le langage facile et démagogique de 1933 et 1934 [...].
L’’oeuvre formidable de Kropotkine - non encore dépassée dans ses fondements scientifiques de l’éthique naturelle et de la théorie de l’entraide - a créé, non sans abstraction dans nos mentalités, une confiance exagérée dans les bonnes conditions de l’homme et une sorte d’illusionnisme sur le pouvoir magique de la révolution.
Cela nous a conduits, logiquement, à nous retrouver impuissants, sans rien de prévu et sans rien d’organisé, lorsqu’après le 19 juillet le grand problème de l’organisation de cette production et de cette consommation s’est posé dans les grands centres urbains. [...]
L’organisation du travail et de la distribution des produits dans une modeste commune de 2000 âmes se résout aisément et la théorie de la Commune Libre, remise au goût du jour, peut sembler une heureuse solution momentanée, même si une multitude de questions fondamentales restent sans réponse au fédéralisme, aussi bien intentionné soit-il.
Mais dans une ville comme Madrid, comme Barcelone, comme Paris ou comme Toulouse, il n’est pas si facile de s’organiser s’il n’y a pas de plan préalablement étudié pour supplanter, remplacer un système d’organisation par un autre système.
Avions-nous un tel plan ? Non. Tout ce qui avait été écrit jusqu’à présent - Kropotkine, Faure, Grave - s’est révélé inutile et puéril face à la réalité. [...].
Elle invite ensuite à la préparation d’un
"programme maximal englobant la structuration d’un nouvel ordre social, dont la pierre angulaire, le point de départ, le système médullaire doit être le Syndicat, la Coopérative et le lieu de travail, réévalué par rapport à la théorie politique généreuse mais quelque peu puérile de la Commune libre – que mon bon ami Felipe Alaíz ne soit pas fâché – : mon pauvre père a été le premier à s’enthousiasmer pour les racines espagnoles et fédéralistes du communalisme, surpassées aujourd’hui, cependant, pour le meilleur et pour le pire, par la superstructure économique créée par le progrès scientifique et les besoins imposés par l’organisation du capitalisme moderne, revalorisant– je le répète– le syndicalisme tel que le concevaient Pelloutier et Sorel, et lui donnant le statut d’une arme et la qualité d’un moule."

Nous y reviendrons

Les giménologues, 11 septembre 2022

Note des éditeurs ( en espagnol)

UN PUENTE HACIA LA LIBERTAD1

Uno de los puntos fuertes del movimiento anarquista, no solo en la región española, sino en general en aquellos territorios donde tenía un vigor relativo, era la sanidad. El médico e historiador de la medicina José Vicente Martí Boscà afirma : « En cualquier país en el que arraigaron las ideas libertarias es común encontrar a profesionales sanitarios entre sus militantes. Es lógico : los médicos y otros sanitarios fueron testigos directos de los efectos de la Revolución Industrial sobre las condiciones de vida y trabajo del proletariado. Era frecuente que en sus publicaciones propusieran medidas de solución a estos problemas de salud, verdaderas epidemias sociales, incluso algunos consideraron que la única terapéutica posible era la transformación radical de la sociedad. Por motivos evidentes, en el ámbito libertario encontramos con más frecuencia a sanitarios dedicados a la higiene pública, la salud mental, la pediatría y la medicina laboral ».2
Estas son precisamente las características de muchos de los sanitarios anarquistas españoles y entre ellos del médico de Maeztu Isaac Puente, cuyos intereses no solo eran la investigación de la teoría médica sobre las enfermedades, sino, en igual medida, sus investigaciones sobre la cuestión social. Nos lo explica el propio Isaac Puente en el artículo « ¡Usted debe ser solo médico ! », incluido en esta antología. Dice, entre otras cosas : « Siempre que he sufrido un percance con mi actuación en el campo de las ideas sociales, he tenido que escuchar del ambiente conformista este consejo y este reproche : “Usted debe ser médico solamente. En su profesión puede hacer mucho bien. Al par que con sus ideas no causará más que disgustos y sinsabores” ». Sus estudios sobre la realización práctica del comunismo libertario son buena prueba de ello.
No sorprende, pues, que se hayan llevado a cabo numerosas antologías de sus escritos, la primera de las cuales se publicó pocos meses después de que fuera asesinado por los fascistas. En esa primera antología de 1938, titulada Propaganda,3 Federica Montseny se encargó de la introducción, y en el que probablemente sea uno de sus mejores escritos recoge con bastante precisión quién era este médico rural y anarquista, muy activo en lo que respecta a la emancipación del proletariado, sin dejar por ello de profundizar en sus estudios sobre la medicina en general y particularmente en la crítica ponderada a la medicina oficial. Por ello, hemos decidido rescatarla y situarla como introducción de nuestra propia antología.
El siguiente trabajo antológico de Isaac Puente corrió a cargo de Miguel Íñiguez y Juan Gómez, Isaac Puente, médico rural, divulgador científico y revolucionario,4 y nueve años más tarde, Francisco Fernández de Mendiola se sumó a la tarea de poner de relieve su figura con el libro Isaac Puente. El médico anarquista.5 Además, Mendiola ha llevado a cabo una profunda investigación en torno a los escritos de Puente, tanto en libros y folletos como en artículos, y también de los trabajos que se han realizado sobre el médico anarquista. Esta bibliografía es prácticamente exhaustiva y nosotros nada podríamos añadir a la misma ; por tanto, remitimos a este trabajo bibliográfico de Mendiola (páginas 231-252) a todos aquellos que quieran profundizar en la labor, tanto médica como política, de Isaac Puente.
La emotiva despedida, « Un vil asesinato del fascismo. Isaac Puente », que le dedicó la revista Estudios, en la que colaboró asiduamente, nos ha parecido tan entrañable que la hemos incluido como epílogo del presente volumen.

Para comprender a Isaac Puente y sus teorías médicas y políticas en toda su complejidad, debemos situarnos en la época que vivió. Cuando el médico de Maeztu fue asesinado por los fascistas en septiembre de 1936, contaba cuarenta años de edad, y sin embargo sus conocimientos médicos y políticos eran portentosos. Estaba convencido del triunfo de la revolución y de que este triunfo proporcionaría al conjunto del país un mayor desarrollo económico, pero sobre todo social y, por supuesto, un mayor desarrollo de la sanidad que estaría al alcance de todos. Tenía la ferviente convicción de que la medicina avanzaría de forma extraordinaria, no solo en la parte técnica y diagnóstica, sino en su aspecto social, siendo para Puente este último aspecto la mayor preocupación a lo largo de toda su vida facultativa.
Tengamos en cuenta que, aunque Fleming descubrió la penicilina en 1928, esta no se empezó a fabricar hasta muchos años después, con lo cual las enfermedades infecciosas se trataban, en ocasiones, de forma muy poco científica y con prácticas que provocaban en el enfermo un gran sufrimiento y que, incluso si sanaba, dejaban terribles secuelas.
Es conveniente que tengamos en cuenta estos detalles para comprender las teorías de Puente sobre los microbios y otras cuestiones médicas, como la medicina social, pero en especial para comprender su extraordinario interés en la revolución social anarquista.

Sobre los microbios, Puente exponía una teoría muy parecida a la que sostuvo Béchamp en el siglo xix, del que luego hablaremos más extensamente : « Hemos topado con dos estupideces : una, la de querer exterminarlos con desinfección y desinfectantes sin hacer nada por que el medio les fuera adverso, sino al contrario. Otra, la de librarnos de la infección, haciéndonos la ilusión de que nos apartábamos del microbio huyendo de los enfermos.
 »Los microbios son seres indispensables en la Naturaleza. El ciclo transformador de la materia necesita de ellos, pues acentúan la descomposición de la materia orgánica y facilitan la vida de otros seres. Constituyen un elemento de nuestro ambiente, al que debemos estar habituados, en lugar de hacer lo contrario, como nos aconsejan los microbiófagos. El que se empeñe, en un clima frío, en huir del frío, conseguirá solo ser cada vez más sensible a sus malos efectos. Igual nos pasa con los microbios. Solo nos hacemos resistentes acostumbrándonos a su contacto. No hay otro modo de desarrollar nuestras defensas orgánicas que el entrenamiento ». (« Contra el miedo a los microbios »).
Cómo llegó Puente a estas conclusiones se explica en otro artículo, escrito después de que el doctor José María Fontela, redactor técnico de El Diario Español de Montevideo, se ratificara en su afirmación rotunda : « Los microbios no son causa de enfermedad ». Puente afirma : « Por mi parte, no había llegado nunca a manifestarme contra el dogma microbiano ; pero hace mucho tiempo que no me satisfacía. La clínica y la terapéutica me han proporcionado muchos argumentos en contra, haciéndome dudar de la ciencia de Pasteur. Las ideas del distinguido compañero doctor Fontela satisfacen plenamente mis dudas, y me proporcionan una convicción en el asunto que voy a tratar de exponer aquí », y a continuación pasa a explicar con gran rigor las conclusiones a que había llegado. (« Los microbios, ¿son causa de enfermedad ? »).
Obviamente, Isaac Puente vivió en primera persona la pandemia de gripe de 1918, la mal llamada « gripe española », que al parecer causó en todo el mundo cientos de millones de muertos. Puente tenía 24 años y nos relata las medidas que se tomaban que, sin necesidad de ser profesional médico, cualquiera estimaría espeluznantes : « En la epidemia gripal del año 18 fui obligado —al apearme en una estación de no escasa importancia— a pasar por una habitación llena de vapores producidos por la combustión del azufre. Reteniendo la respiración y arropándose hasta los ojos, la gente pasaba protestando del procedimiento, más perjudicial que útil, pues la irritación de las mucosas (oculares, pituitaria, respiratoria) era superior a su problemática acción microbicida. Una dictadura sanitaria inspirada en esta pobre concepción de la enfermedad, lejos de ser deseable, resultaría odiosa y del todo ineficaz ». (« Profilaxis de la gripe »). Luego pasa a explicar cómo se produce la infección y la transmisión a otras personas y las posibles medidas necesarias : higiene, ventilación, buena alimentación, etc., procedimientos que se han repetido hasta la saciedad, aunque a nadie se le ha ocurrido explicar que el hacinamiento en las grandes ciudades y el despoblamiento del campo son las principales causas de que las enfermedades se transmitan sin control, especialmente en aquellos barrios donde se habita en casas insalubres, con muy mala ventilación y con mucha gente aglomerada en un espacio muy reducido.
Volviendo a Antoine Béchamp y a las diferencias fundamentales entre sus teorías y aquellas desarrolladas por Pasteur, apuntaremos, simplificando, que el primero sostenía que no había enfermedades, sino enfermos, mientras que el segundo mantuvo la teoría de que las enfermedades eran producidas por los microbios ; en otras palabras, Béchamp sostuvo que los microbios eran la consecuencia de la enfermedad y no su causa.
Entre ambas teorías no había posibilidad de un punto intermedio y la fuerza del desarrollo industrial exigía necesariamente una teoría que le suministrase la base necesaria para integrar en la misma al ser humano. Este era el último eslabón de una cadena que sometía a la humanidad a los logros de una producción masiva de medicamentos que la librasen del secular peligro de la enfermedad. De este modo, se lograban dos objetivos : por un lado, supeditar al ser humano a los avances en la investigación de los laboratorios farmacéuticos, con lo cual se lograba industrializar la enfermedad ; y por otro, despojarlo de su condición de ser autónomo, organismo vivo en relación con su entorno, para convertirlo en una máquina, en un mecanismo que al igual que cualquier otra máquina industrial podía ser desmontada y reparada por partes. Como explicó Michel Bounan en Le Temps du Sida : « La parcelación médica es, cuando menos, muy cómoda. El especialista que suprime tal lesión transfiere el testigo al colega correspondiente en el momento en que otra afección sobreviene inmediatamente. De ese modo, todo conocimiento y responsabilidad se diluye en el curso de la transferencia ».6

Hemos querido incluir en esta antología dos reseñas que nos han parecido muy interesantes, por las polémicas que desataron los libros reseñados. El doctor Diego Ruiz Rodríguez, autor de ambos libros, nacido en Málaga, andalucista y catalanista, filósofo modernista y creador de la filosofía del entusiasmo, entre muchas otras cosas, fue un polémico doctor-filósofo que empleaba un truco que ya había sido utilizado anteriormente, pero que él elevó a la categoría de método : se citaba así mismo como refiriéndose a otra persona, dándose así un poco de lustre. Por ejemplo, en Vacunar es asesinar. Dejarse vacunar es suicidarse, dice Diego Ruiz en el prefacio : « El noble pensador Abel Gudrá… », siendo Gudrá uno de los seudónimos que empleó a lo largo de su vida. Este libro lleva la firma de su autor, mientras que el segundo, La sífilis es una enfermedad producida por los médicos, aparece firmado por Peter Pynton, otro de los numerosos seudónimos que utilizó Diego Ruiz (en total nueve que sepamos, y puede que algunos más).
En estas reseñas, Isaac Puente demuestra una vez más su ecuanimidad ; después de revelar sus propias ideas en cuanto a las vacunas y señalar la catástrofe de Lübeck —en la que un número considerable de niños murieron de tuberculosis después de habérseles administrado la vacuna bcg contra la misma—, concluye con estas significativas palabras : « La medicina es una religión, una creencia fanática que ha conquistado al pueblo y al Estado. Con los médicos pasa como con los sacerdotes. Que la profesión los vuelve escépticos a fuerza de desengaños. Se termina por no creer en nada ». Y por supuesto justifica a su querido amigo con estas inteligentes palabras : « Los argumentos de Diego Ruiz no se dirigen a señalar lo equivocado de un remedio, el error en las dosis o la torpeza de su manejo, ni la falta de ciencia o de pericia médica. Tiende a demostrar con ellos que la medicina ha hecho falsa ruta, que ha equivocado el camino, que parte de un error de juicio, de una concepción mental que no se diferencia fundamentalmente de la de su antecesora, la magia. Propugna por una nueva ciencia, preocupada por su exactitud, y que solo puede partir de una revisión de las ideas. Que tiene que ir precedida de un intento de interpretación de lo que es la salud, de lo que es la Naturaleza, de lo que es la enfermedad, el dolor y el remedio ».
En lo que se refiere a la sífilis, Isaac Puente consigue explicar razonablemente cuáles eran las intenciones de su autor al escribir este folleto tan polémico y que « planteada así la tesis desde el título con tan crudo extremismo, despierta todos los recelos del lector, y si este es médico, su susceptibilidad dogmática y sus resabios profesionales. Pero, si vencidos estos impulsos se sigue la lectura hasta el final, se termina por dar razón a su autor, a quien yo felicito desde aquí ; pues el folleto tiene una estimable virtud : la de librarnos a todos del terror a la sífilis. De la fobia creada alrededor de esta dolencia que, según los teólogos, es incurable porque es un castigo de la divinidad ». Recuérdese que no existían aún los antibióticos y que esta enfermedad eruptiva se curaba con mercurio, que, según el autor, era lo que provocaba que el paciente no acabara nunca de curarse e incluso se agravara su dolencia.
En esta antología hemos separado los artículos médicos (Salud) de los políticos (... y anarquía), aunque manteniendo una línea temporal, con el fin de que se entiendan mejor sus teorías, tanto en un campo como en el otro. Como una especie de bisagra, entre la salud y la anarquía hemos colocado el artículo : « ¡Usted debe ser solo médico ! », que es de por sí elocuente.

Creemos necesario, antes de comentar la actitud de Puente hacia la República, explicar brevemente cuáles fueron las relaciones entre republicanos y anarquistas a lo largo de sus respectivos desarrollos históricos, y para ello nada mejor que traer en nuestra ayuda a uno de los más destacados teóricos del anarquismo : Errico Malatesta. Este italiano es quien mejor supo, a través de multitud de textos, explicar con gran nitidez cuál debía ser la actitud del anarquismo frente a la República : « Nosotros simpatizamos con los republicanos porque nos une el odio a las instituciones monárquicas y sabemos que en ellos encontraremos valerosos compañeros en la lucha contra la monarquía. Además, conocemos el espíritu igualitario y libertario de la mayor parte de los republicanos, especialmente si son proletarios, y no desesperamos de tenerlos con nosotros, incluso después de la destrucción de las instituciones vigentes. Pero nos interesa que quede bien clara la diferencia que existe entre nuestro programa y el de los republicanos ; quizá muchos republicanos, si profundizan en sus ideas y se observan atentamente, se darán cuenta [de] que en el fondo son anarquistas y vendrán abiertamente hasta nosotros ».7
Y estas diferencias eran —y son— muy concretas, tanto en lo que se refiere al Gobierno —« Ahora bien, el republicanismo puede ser un cuerpo de doctrina que responde a un determinado ideal y, en teoría, se puede ser republicano de cien especies diversas. Pero la república es una forma de gobierno y puede producir efectos bien diversos de aquellos que los republicanos se proponen obtener »—,8 como en las actitudes de ambas formaciones frente al mismo —« Pero la diferencia entre nosotros y los republicanos estriba en que nosotros no queremos para nuestro anarquismo ni cristalizarlo en el mañana, ni imponerlo por la fuerza : será lo que podrá ser y se desarrollará a medida que los hombres y las instituciones se vuelvan más favorables a la libertad y a la justicia integral. Mientras que los republicanos quieren formular la ley, la cual, por definición, debe ser obligatoria para todos y por tanto debe ser impuesta necesariamente a los recalcitrantes mediante la fuerza física. Que renuncien los republicanos al empleo de la fuerza policial y el acuerdo será inmediato »—.9
Porque, como muy bien señala Malatesta, aceptar la República sería ser partidarios del Estado, pero, en cualquier caso, los anarquistas seguirían luchando por sus ideales : « Nosotros no reconoceremos la Constitución republicana más de lo que reconocemos el Parlamento monárquico. Dejaremos que la hagan si el pueblo así lo quiere ; incluso podremos encontrarnos ocasionalmente junto a ellos para combatir los intentos de restauración ; pero pediremos, querremos y exigiremos completa libertad para aquellos que piensan como nosotros a fin de vivir fuera de la tutela de la opresión estatal y propagar sus ideas con la palabra y el ejemplo. Revolucionarios, sí ; pero, sobre todo, anarquistas ».10
Por último, Malatesta expresa contundentemente cuál debería ser la actitud de los republicanos : « Si realmente quiere cambiarse la sustancia y no únicamente la forma exterior del régimen, será necesario acabar de hecho con el capitalismo, expropiando a los detentadores de la riqueza social y organizando rápidamente en cada localidad, sin pasar por ninguna clase de trámite legal, la nueva vida social. Lo cual quiere decir que para realizar la “república social”, es necesario realizar primero... ¡la Anarquía ! ».11 Es decir, que « si los republicanos quieren realmente ver abolido el privilegio e inaugurada la nueva civilización, según sus deseos, deben, junto con todo el proletariado consciente, abatir el Gobierno y proceder inmediatamente a la expropiación general y a la reorganización de la vida social, por obra directa de los trabajadores, llevando a cabo verdaderamente la igualdad de condiciones y la libertad para todos. Pero, entonces, ¿para qué sirven ya la Constitución y la República ? ».12
La Segunda República se instauró en España el 14 de abril de 1931, siendo el primer gobierno una coalición de republicanos y socialistas, el cual promulgó leyes que iban dirigidas preferentemente contra los anarquistas, es decir, hizo exactamente lo contrario de lo que afirmaba Malatesta que debía hacerse. En primer lugar, promulgó en 1931 la Ley de Defensa de la República, la cual sería sustituida en 1933 por la Ley de Orden Público y ese mismo año promulgó la Ley de Vagos y Maleantes. Esto era consecuencia de que el gobierno de republicanos y socialistas sabía perfectamente que iban a ser incapaces de cumplir sus promesas y temían los movimientos de protesta que se iban a generar, especialmente por las organizaciones anarquistas y anarcosindicalistas, y por tanto se propuso neutralizar estos movimientos mediante una feroz represión contra las mismas.
También Isaac Puente sufrió en sus carnes la represión republicana en varias ocasiones. Su primera detención se produjo el 16 de abril de 1932, debido a los sucesos que se produjeron en Vitoria dos días antes, cuando los anarquistas intentaron boicotear la celebración del primer aniversario de la proclamación de la República.13 Un año después, ente el 8 y el 9 de mayo de 1933, Puente fue de nuevo encarcelado como consecuencia de la convocatoria de una huelga general para el 9 de mayo con el objetivo de exigir la libertad de los presos.14 En las elecciones generales de noviembre de 1933, la derecha se hizo con el poder, y un Comité Revolucionario integrado por militantes de la cnt y la fai, al cual se sumó Puente, decidió iniciar una insurrección en todo el país, la cual tuvo su inicio el 8 de diciembre. El movimiento insurreccional anarquista no consiguió sus objetivos y el médico de Maeztu fue detenido en Zaragoza el 16 de diciembre, permaneciendo encarcelado hasta mayo de 1934.15
No cabe duda de que el año 1933 fue para Puente un año aciago, ya que unos meses antes de que las derechas triunfaran en las elecciones de noviembre, en el mes de julio, volvió a ser detenido ; en esta ocasión, debido a que el Gobierno quería evitar que en Vitoria se produjera una insurrección, ya que corrían rumores de que los fascistas se habían aliado con la cnt, lo cual no solo no era concebible, sino que fue a todas luces un intento de disuadir a algunos personajes significados del anarquismo para que llevaran a cabo algún tipo de acción en contra de la República. Como vemos, las cloacas del Estado han funcionado siempre a pleno rendimiento para esparcir la mierda en todas direcciones.16
El 18 de julio de 1936, los militares africanistas se alzaron en armas contra la República y al día siguiente una parte importante del ejército peninsular se sumó al golpe de Estado. Ante estos acontecimientos, Isaac Puente se desplazó a Vitoria para reunirse con algunos compañeros y valorar entre todos la situación. El médico anarquista decidió regresar a Maeztu junto a su mujer, su padre y sus dos hijos, mientras la situación se iba deteriorando muy rápidamente ; por fin, fue detenido en la madrugada del 28 al 29 de julio y poco más de un mes después fue sacado de la prisión y fusilado en la madrugada del 1 de septiembre.17

Las dedicaciones « políticas » de Isaac Puente se intensificaron en los tiempos republicanos. Sus ideas fueron madurando durante la dictadura de Primo de Rivera, pero fue durante la Segunda República cuando estas alcanzaron su máxima expresión. Su aversión a la política parlamentaria y a los procesos electorales era rotunda : propugnó desde el primer momento el abstencionismo ante las elecciones : « Estamos en el período álgido del mito electoral. La prensa, los mítines, los manifiestos y los carteles murales pugnan por crear ese estado de sugestión colectiva en el que la convicción de los individuos corre riesgo de naufragio y en la que el elector cifra sus ilusiones más claras en el acto de introducir, como el resto de la recua humana, su papeleta en una urna ». (« Ante la agudización del mito electoral, abstención a toda costa »).
Una buena parte de estos artículos eran seguramente breves esbozos de lo que posteriormente sería su obra cumbre, El comunismo libertario. Sus posibilidades de realización en España, publicado por la editorial Estudios de Valencia en 1933, y también por otros grupos y editoriales, y que alcanzó cotas de difusión casi nunca vistas. Por otra parte, su crítica al sistema de explotación capitalista, y a su fiel servidor el Estado, es demoledor y muy coherente : « Tanto el Estado como el capitalismo han cumplido ya su papel en la evolución humana, a la que en algún tiempo han acuciado, pero que hoy pretenden estancar, sacrificando el hombre a la institución y no la institución al hombre. Un postulado de justicia social tan elemental como el de que todo ser vivo tiene derecho a aquello que precisa para vivir choca abiertamente con el capitalismo, que niega este derecho a unos cuantos millones de hombres ». (« El Estado os conquistará a vosotros »).
Y su análisis del papel que juegan el Estado y la política es cuando menos brillante : « El Estado es la más nefasta de las instituciones sociales y el sostén de todas las injusticias ; la política, la más repugnante de las farsas. La autoridad, un veneno que destruye los sentimientos humanos. El poder, un tesoro que todos quieren poseer y que encadena y devora a los que llegan a poseerlo, semejante a la luz potente, que en la noche atrae a los insectos para quemarles las alas ». (« Como el aire puro, la libertad vigoriza »).

¿Volverán los vientos revolucionarios por estas tierras ? Quién sabe. Parece que cuanto más asfixiante se vuelve el ambiente y más acentuadas las desigualdades, lo único que avanza es la sumisión. De ahí que convoquemos de nuevo a los ancestros, porque pocos soñaron como ellos, pocos soñaron tan alto y tan ancho, pocos vieron la igualdad entre los humanos de tan cerca. E Isaac Puente fue uno de ellos.
Por eso nos gustaría airear un proyecto, lanzar una propuesta : el médico de Maeztu se merece —como pocos— que se editen sus obras completas. Sus ideas deben ser conocidas : libros, folletos, artículos y todo el material necesario. Esperamos poder llevarlo a cabo (toda colaboración será bienvenida), porque Puente representa como nadie, como tantos —hombres y mujeres—, el espíritu de la anarquía.

NOTAS
1 Así rezaba la portada del n.0 21 de la revista Resiste (Vitoria, agosto de 1996), dedicado en parte a la figura de Isaac Puente.
2 « La sanidad libertaria en España », Solidaridad Obrera, número especial, n.0 52, 2010.
3 Puente, Isaac, Propaganda, prólogo de Federica Montseny, ed. Tierra y Libertad (col. Biblioteca Universal de Estudios Sociales, 17), Barcelona, 1938, 256 páginas.
4 Editorial Papeles de Zabalanda, Vitoria, 1996, 174 páginas.
5 Con la inestimable colaboración de Antonio Rivera y José Vicente Martí Boscà. Editorial Txalaparta, Tafalla, 2007, 293 páginas.
6 Bounan, Michel, Le Temps du Sida, Éditions Allia, París, 1990, p. 74. (Todas las traducciones son nuestras).
7 Malatesta, Errico, Che cosa è la repubblica sociale ?, en Pagine di lotta quotidiana. Scritti, I. Umanità nova (1920-1922), II. Umanità nova e scritti vari (1919-1923), III. Pensiero e volontà e ultimi scritti (1924-1932), Carrara, 1975, Vol. I, p. 341
8 Malatesta, Errico, op.cit., p. 342.
9 Malatesta, Errico, Ancora di Repubblica e Rivoluzione, en Pagine di lotta quotidiana. Scritti, I. Umanità nova (1920-1922), II. Umanità nova e scritti vari (1919-1923), III. Pensiero e volontà e ultimi scritti (1924-1932), Carrara, 1975, Vol. III, p. 80.
10 Malatesta, Errico, Repubblica e Rivoluzione, en Pagine di lotta quotidiana. Scritti, I. Umanità nova (1920-1922), II. Umanità nova e scritti vari (1919-1923), III. Pensiero e volontà e ultimi scritti (1924-1932), Carrara, 1975, Vol. III, pp. 75-76.
11 Malatesta, Errico, Repubblica sociale, en Pagine di lotta quotidiana. Scritti, I. Umanità nova (1920-1922), II. Umanità nova e scritti vari (1919-1923), III. Pensiero e volontà e ultimi scritti (1924-1932), Carrara, 1975, Vol. I, p. 41.
12 Malatesta, Errico, Noi ed i repubblicani, en Pagine di lotta quotidiana. Scritti, I. Umanità nova (1920-1922), II. Umanità nova e scritti vari (1919-1923), III. Pensiero e volontà e ultimi scritti (1924-1932), Carrara, 1975, Vol. I, pp. 59-60
13 Fernández de Mendiola, Francisco, op. cit., p. 25 y ss., nos ofrece una detallada descripción de lo ocurrido en Vitoria
14 Fernández de Mendiola, Francisco, op. cit., p. 29 y ss., describe los acontecimientos que llevaron a Puente a visitar la prisión una vez más.
15 Íñiguez, Miguel y Gómez, Juan, op. cit., p. 14 y ss.
16 Fernández de Mendiola, Francisco, op. cit., p. 30.
17 Fernández de Mendiola, Francisco, op. cit., p. 36 y ss., lleva a cabo una detallada descripción de lo sucedido en Álava tras el golpe de Estado fascista, así como de la actitud de Isaac Puente, que se encontraba en Vitoria en esos momentos y habría podido huir para ponerse a salvo, pero en cambio decidió volver a Maeztu con su familia, donde sería arrestado y más tarde fusilado.



prologo de FEDERICA MONTSENY 44 kio / Word